INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LAS ORGANIZACIONES

Propósitos del curso

Este curso apunta a recoger las principales discusiones teóricas acerca de las organizaciones, desde una perspectiva fundamentalmente sociológica. Resultaría difícil ordenar nítidamente los múltiples sucesos de las organizaciones en las que participamos diariamente sin un cuerpo de conceptos, relativamente articulados, de naturaleza más abstracta. En consecuencia, el curso intenta introducir a los y las estudiantes en algunas de las reflexiones más importantes sobre el papel de las organizaciones en la sociedad capitalista actual. Al final del curso, habrán ganado una visión panorámica de los conceptos disponibles a fin de comprender algunas de las cualidades organizacionales más frecuentes, como la estructura y acción organizacional, las redes, los mecanismos de control, los procesos de segregación y desigualdad organizacional, la cultura organizacional, la jerarquía, la vigilancia y la rutinización, entre otros.

Objetivos de aprendizaje

Se espera que las y los estudiantes:

1. Ejerciten hábitos de lectura y comprensión;

2. Analicen críticamente los conceptos abordados por la literatura del curso como los casos y problemas discutidos en clase y establezcan relaciones entre sí;

3. Practiquen la expresión oral y escrita de sus opiniones e ideas fundadas en los recursos provistos por la materia y otros que resulten pertinentes;

4. Adquieran una noción introductoria de la perspectiva sociológica de las organizaciones.

Modalidad de trabajo

El curso es cuatrimestral y su periodicidad semanal (todos los viernes durante cuatro horas). Las clases combinarán un abordaje teórico con otro más bien práctico, para lo cual se realizarán diferentes propuestas que involucrarán la exposición de la docente pero también la participación activa de las y los estudiantes. Asimismo, se recurrirá a algunos recursos didácticos que requerirán un mayor compromiso (en el caso de que suponga literatura o material audiovisual extra, visitas a organizaciones distantes del Campus) y de algunos colaboradores invitados a los que la cátedra recurrirá a fin de conocer algunos aspectos del funcionamiento de las organizaciones en la actualidad.

Para el año 2016, se prevé además realizar una experiencia novedosa, en cuanto se propone trabajar en un territorio delimitado como campo de análisis empírico desde el cual extraer reflexiones conceptuales en conjunto.

Acerca de la evaluación

Como primera medida, las y los estudiantes deberán preparar textos para exponer en clase, acompañando el cronograma de lecturas previsto en este programa, tarea que se tomará en cuenta en la nota final de la materia. A ello, se adicionarán dos evaluaciones que consistirán en:

1) Un examen presencial escrito a libro cerrado que abordará los aspectos fundamentales de cada texto visto en clase.

2) Y un examen escrito monográfico, analizando algún aspecto conceptual particular de las organizaciones y su territorio del barrio en el que se trabajará durante la cursada.

El requisito de aprobación consiste en obtener una nota mínima que debe ser siete (7) en cada una de las evaluaciones del curso. Quienes no lleguen a obtener un mínimo de 7 puntos en cada uno de los parciales deberán rendir un examen final con fecha posterior a la culminación del curso que será fijado por la Escuela de Política y Gobierno. Solamente podrán rendir el examen final quienes obtengan un mínimo de cuatro (4) en cada una de las evaluaciones parciales a efectos de aprobar el curso y calificar para el examen final. Quienes no lleguen a un mínimo de cuatro (4) en cada parcial deberán cursar nuevamente la materia. Se prevé un recuperatorio para cada parcial.

sábado, 7 de mayo de 2016

Max weber - La política como profesión

La política como profesión

Qué entendemos por política? El concepto es extraordinariamente amplio y abarca cualquier género de actividad directiva autónoma, Por política entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación polÌtica, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado. Hoy, por el contrario, tendremos que decir que Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo), reclama (con Èxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Política significar·, pues, para nosotros, la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen. . Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoÌstas) o al poder por el poder, para gozar del sentimiento de prestigio que Èl confiere. El Estado, como todas las asociaciones polÌticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima
En principio (para comenzar por ellos) existen tres tipos de justificaciones internas, de fundamentos de legitimidad de una dominación. En primer lugar, la legitimidad del eterno ayer, de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientación de los hombres hacia su respeto. Es la legitimidad tradicional, como la que ejercían los patriarcas y los príncipes patrimoniales de viejo culto. En segundo término, la autoridad de la gracia (carisma) personal y extraordinaria, la entrega puramente personal y la confianza, igualmente personal, en la capacidad para las revelaciones, el heroísmo u otras cualidades de caudillo que un individuo posee. Es esta autoridad carismática la que detentaron los profetas o, en el terreno polÌtico, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes
Toda empresa de dominación que requiera una administración continuada necesita, de una parte, la orientación de la actividad humana hacia la obediencia a aquellos señores que se pretenden portadores del poder legítimo y, de la otra, el poder de disposición, gracias a dicha obediencia, sobre aquellos bienes que, eventualmente, sean necesarios para el empleo del poder físico: el equipo de personal administrativo y los medios materiales de la administración.
Para el mantenimiento de toda dominación por la fuerza se requieren ciertos bienes materiales externos, lo mismo que sucede con una empresa económica. Todas las organizaciones estatales pueden ser clasificadas en dos grandes categorías según el principio a que obedezcan. En unas, el equipo humano (funcionario o lo que fueren) con cuya obediencia ha de contar el titular del poder posee en propiedad los medios de administración, consistan estos en dinero, edificios, material bélico, parque de transporte
Aclaremos bien, antes de seguir adelante, lo que la existencia de estos políticos profesionales representa desde todos los puntos de vista. Se puede hacer política (es decir, tratar de influir sobre la distribución del poder entre las distintas configuraciones políticas y dentro de cada una de ellas) como político ocasional, como profesión secundaria o como profesión principal, exactamente lo mismo que sucede en la actividad económica. Políticos ocasionales lo somos todos nosotros cuando depositamos nuestro voto, aplaudimos o protestamos en una reunión política, hacemos un discurso político o realizamos cualquier otra manifestación de voluntad de género análogo, y para muchos hombres la relación con la política se reduce a esto. Políticos semi profesionales son hoy, por ejemplo, todos esos delegados y directivos de asociaciones políticas que, por lo general, solo desempeñan estas actividades en caso de necesidad, sin vivir principalmente de ellas y para ellas, ni en lo material ni en lo espiritual
Hay dos formas de hacer de la polÌtica una profesión. O se vive para la política o se vive de la polÌtica, Vive de la polÌtica como profesión quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos; vive para la política quien no se halla en este caso.
El político profesional que vive de la polÌtica puede ser un puro prebendado o un funcionario a sueldo. O recibe ingresos provenientes de tasas y derechos por servicios determinados (las propinas y cohechos no son más que una variante irregular y formalmente ilegal de este tipo de ingresos), El polÌtico profesional que vive de la polÌtica puede ser un puro prebendado o un funcionario a sueldo. O recibe ingresos provenientes de tasas y derechos por servicios determinados (las propinas y cohechos no son más que una variante irregular y formalmente ilegal de este tipo de ingresos), Con el incremento en el número de cargos a consecuencia de la burocratización general y la creciente apetencia de ellos como un modo especÌfico de asegurarse el porvenir, esta tendencia aumenta en todos los partidos, que, cada vez más, son vistos por sus seguidores como un medio para lograr el fin de procurarse un cargo
A esta tendencia se opone, sin embargo, la evolución del funcionariado moderno, que se va convirtiendo en un conjunto de trabajadores intelectuales altamente especializados mediante una larga preparación y con un honor estamental muy desarrollado, cuyo valor supremo es la integridad. Sin este funcionariado se centrara sobre nosotros el riesgo de una terrible corrupción y una incompetencia generalizada, e incluso se verían amenazadas las realizaciones técnicas del aparato estatal, cuya importancia para la economía aumenta continuamente y aumentar· aún más gracias a la creciente socialización.
La transformación de la política en una empresa, que hizo necesaria una preparación metódica de los individuos para la lucha por el poder y sus métodos como la que llevaron a cabo los partidos modernos, determina la división de los funcionarios públicos en dos categorías bien distintas aunque no tajantes: funcionarios profesionales, de una parte, y funcionarios políticos de la otra. La cuestión que ahora nos interesa es la de cual sea la figura típica del político profesional, tanto la del caudillo como la de sus seguidores. Esta figura ha cambiado con el tiempo y se nos presenta hoy además bajo muy distintos aspectos.
Los partidos. Son hijas de la democracia, del derecho de las masas al sufragio, de la necesidad de hacer propaganda y organizaciones de masas y de la evolución hacia una dirección más unificada y una disciplina más rígida. La dominación de los notables y el gobierno de los parlamentarios han concluido. La empresa polÌtica queda en manos de profesionales a tiempo completo que se mantienen fuera del Parlamento. En unos casos son empresarios (asÌ el boss americano y el election inglés); en otros, funcionarios con sueldo fijo. Formalmente se produce una acentuada democratización. Ya no es la fracción parlamentaria la que elabora los programas adecuados, ni son los notables locales quienes disponen la proclamación de candidatos. Estas tareas quedan reservadas a las asambleas de miembros del partido, que designan candidatos y delegan a quienes han de asistir a las asambleas superiores, de las cuales, a ser posible, habrá· varias hasta llegar a la asamblea general del partido
Es evidente que la militancia del partido, sobre todo los funcionarios y empresarios del mismo, esperan el triunfo de su jefe una retribución personal en cargos o en privilegios de otro género. Y lo decisivo es que lo esperan de él y no de los parlamentarios o no solo de ellos. Lo que esperan es, sobre todo, que el efecto demagógico de la personalidad del jefe gane votos y mandatos para el partido en la contienda electoral, dándole asÌ poder y aumentando, en consecuencia, hasta el máximo las posibilidades de sus partidarios para conseguir la ansiada retribución.
Algunos modelos de organización partidaria:
Comencemos por Inglaterra. Hasta 1868, la organización de los partidos era allÌ una organización de notables casi pura. En el campo, los tories se apoyaban en los párrocos anglicanos, en la mayor parte de los maestros de escuela y, sobre todo, en los mayores terratenientes de cada county, mientras que los whigs, por su parte, tenían el sostén de personas tales como el predicador no conformista (en donde lo había), el administrador de correos, el herrero, el sastre, el cordelero, es decir, todos aquellos artesanos que ejercen una influencia polÌtica porque hablan con mucha gente. En las ciudades la división entre los partidos se hacía sobre la base de las distintas opiniones económica y religiosas o, simplemente, de acuerdo con la tradición familiar de cada cual. En todo caso, los titulares de la empresa política eran siempre notables. Por encima de todo esto se situaban el Parlamento, el gabinete y los partidos con su respectivo leader, que era presidente del Consejo de Ministros o de la oposición, …ste era el aspecto que ofrecía la vieja organización de los partidos, en parte economía de notables y en parte ya también empresa con empleados y empresarios.
La organización de los partidos americanos, que acuÒÛ de forma especialmente temprana y pura el principio plebiscitario. En el pensamiento de Washington, América debería haber sido una comunidad administrada por gentlemen. En aquel tiempo un gentlemen era también en América un terrateniente o un hombre educado en un colegio. En los primeros tiempos de su independencia América fue efectivamente asÌ. Al constituirse los partidos, los miembros de la Cámara de Representantes comenzaron a tener la pretensión de convertirse en dirigentes polÌticos, como había sucedido en Inglaterra en la Época de la dominación de los notables. La organización de los partidos era muy laxa. Esta situación se mantuvo hasta 1824. Ya antes de la década de 1820 había comenzado a formarse la maquinaria partidista en algunos municipios, que también aquÌ fueron los semilleros de la nueva evolución. En América reside en el hecho de que allÌ y solo allí el jefe del poder ejecutivo y (estos es, sobre todo, lo que importa) el patrono que dispone de todos los cargos es un presidente plebiscitariamente elegido que, a consecuencia de la división de poderes, act˙an con casi total independencia frente al Parlamento. Es asÌ la misma elección presidencial la que ofrece como premio por la victoria un rico botín de prebendas y cargos. El spoils system, elevado por Andrew Jackson a la categorÌa de principio sistemático, no hace más que sacar las consecuencias de esta situación. qué significa actualmente para la formación de los partidos este spoils system, esta atribución de todos los cargos federales al séquito del candidato victorioso? Pues simplemente que se enfrentan entre sÌ partidos totalmente desprovistos de convicciones, puras organizaciones de cazadores de cargos, cuyos mutables programas son redactados para cada elección sin tener en cuenta otra cosa que la posibilidad de conquistar votos.
La figura que con este sistema de la máquina plebiscitaria aparece en primer plano es la del boss. Qué es el boss? Un empresario capitalista que re˙ne votos por su cuenta y riesgo. Sus primeras conexiones puede haberlas conseguido como abogado, tabernero o dueño de cualquier otro negocio semejante, o tal vez como prestamista. A partir de esos comienzos, va extendiendo sus redes hasta que logra controlar un determinado número de votos. Llegado aquÌ, entra en relación con los bosses vecinos, logra atraer con su celo, su habilidad y, sobre todo, su discreción la atención de quienes le han precedido en el camino y comienza a ascender. El boss es indispensable para la organización del partido, que Èl centraliza en sus manos y constituye la principal fuente de recursos financieros. Como los consigue Èl? En parte mediante las contribuciones de los miembros pero, sobre todo, recaudando un porcentaje de los sueldos de aquellos funcionarios que le deben el cargo a Èl y a su partido. Percibe además el producto del cohecho y de las propinas. El boss no tiene principios polÌticos firmes, carece totalmente de convicciones y solo pregunta cómo pueden conseguirse los votos. No es raro que sea un hombre bastante inculto, pero generalmente su vida privada es correcta e irreprochable He aquÌ, pues, una empresa partidista, fuertemente capitalista, rígidamente organizada de arriba abajo y apoyada también en clubs firme y jerárquicamente organizados, del tipo Tammany-Hall, cuya finalidad es la de obtener beneficios económicos mediante el dominio político de la Administración y, sobre todo, de la administración municipal, que tambiÈn en AmÈrica constituye el m·s rico botÌn.
Hasta ahora, las condiciones esenciales de la empresa política en Alemania habían sido las siguientes. En primer lugar, impotencia del Parlamento y, como consecuencia de ella, el que ningún hombre con cualidades de jefe se quedase en el Parlamento durante mucho tiempo. Qué era lo que un hombre de esas condiciones podía hacer allÌ? Cuando se producía una vacante en una oficina de la administración podía decirle al funcionario del que dependiera el asunto: ìEn mi distrito tengo a una persona muy inteligente que desempeñaría muy bien ese puesto, déselo. Y con gusto se lo daban. En segundo lugar, y esta característica condiciona también la anterior, la inmensa importancia que en Alemania tenía el funcionariado especializado. En esta materia ocupábamos el primer lugar en el mundo. Corolario forzoso de esa importancia era la aspiración de dicho funcionario a ocupar no solo los cargos de funcionarios, sino también los puestos de ministro. La tercera característica era la de que en Alemania, a diferencia de lo que en América sucede, teníamos partidos políticos con convicciones, que, al menos con bona fides subjetiva, afirmaban que sus miembros representaban una concepción del mundo. Cual era, entre tanto, la suerte de los políticos profesionales en Alemania? No tenían ni poder ni responsabilidad, solo podían jugar un papel bastante subalterno de notables y, como consecuencia de ello, estaban animados en los ˙últimos tiempos del espíritu de gremio típico de todas las profesiones.
Por esto hoy no puede todavía decirse cómo se configurar· en el futuro la empresa política como profesión y menos aún por qué camino se abren a los políticamente dotados las posibilidades de enfrentarse con una tarea políticamente satisfactoria. Para quien, por su situación patrimonial, esto· obligado a vivir de la política se presenta la alternativa de hacerse periodista o funcionario de un partido, que son los caminos directos típicos, o buscar un puesto apropiado en la administración municipal o en las organizaciones que representen intereses, como son los sindicatos, las cámaras de comercio, las cámaras de agricultores o artesanos, las cámaras de trabajo, las asociaciones de patronos, etc. Sobre el aspecto externo no cabe decir más, salvo advertir que los funcionarios de los partidos comparten con los periodistas el odium que los desclasados despiertan. Desgraciadamente siempre se llamar· escritor a sueldo a Éste y orador a sueldo a aquel; para quienes se encuentren interiormente indefensos frente a esa situación y no sean capaces de darse a sÌ mismos la respuesta adecuada a esas acusaciones, esta· cerrado ese camino que, en todo caso, comporta grandes tentaciones y desilusiones terribles. qué satisfacciones Íntimas ofrece a cambio y qué condiciones ha de tener quien lo emprende?
Puede decirse que son tres las cualidades decisivamente importantes para el político: pasión, sentido de la responsabilidad y mesura. Pasión en el sentido de positividad, de entrega apasionada a una causa, al dios o al demonio que la gobierna:
La pasión no convierte a un hombre en político si no esta· al servicio de una causa y no hace de la responsabilidad para con esa causa la estrella que oriente la acción. Para eso se necesita (y Ésta es la cualidad psicológica decisiva para el político) mesura, capacidad para dejar que la realidad actúe sobre uno sin perder el recogimiento y la tranquilidad, es decir, para guardar la distancia con los hombres y las cosas, El problema es, precisamente, el cómo puede conseguirse que vayan juntas en las mismas almas la pasión ardiente y la mesura frialdad. La política se hace con la cabeza y no con otras partes del cuerpo o del alma. Y, sin embargo, la entrega a una causa solo puede nacer y alimentarse de la pasión, si ha de ser una actitud auténticamente humana y no un frívolo juego intelectual. Por esto el político tiene que vencer cada día y cada hora a un enemigo muy trivial y demasiado humano, la muy común vanidad, enemiga mortal de toda entrega a una causa y de toda mesura, en este caso de la mesura frente a sÌ mismo. Es una tremenda verdad y un hecho básico de la Historia (de cuya fundamentación no tenemos que ocuparnos en detalle aquí) el que frecuentemente o, mejor generalmente, el resultado final de la acción política guarda una relación absolutamente inadecuada, y frecuentemente incluso paradójica, con su sentido originario. Esto no permite, sin embargo, prescindir de ese sentido, del servicio a una causa, si se quiere que la acción tenga consistencia interna. Cual haya de ser la causa para cuyo servicio busca y utiliza el político poder es ya cuestión de fe. Puede servir finalidades nacionales o humanitarias, sociales y Èticas o culturales, seculares o religiosas. Ya ante el ˙último de los problemas de que hemos de ocuparnos hoy, el del ethos de la política como causa. Cual es el papel que, independientemente de sus fines, ha de llenar la política en la economía Ètica de nuestra manera de vivir? Cual es, por asÌ decir, el lugar Ètico que ella ocupa?. ya ante el ˙último de los problemas de que hemos de ocuparnos hoy, el del ethos de la política como causa. Cual es el papel que, independientemente de sus fines, ha de llenar la política en la economía Ètica de nuestra manera de vivir? Cual es, por asÌ decir, el lugar Ètico que ella ocupa? la obligación de decir la verdad, que la Ètica absoluta nos impone sin condiciones. De aquí se ha sacado la conclusión de que hay que publicar todos los documentos, sobre todo aquellos que culpan al propio país, y, sobre la base de esta publicación unilateral, hacer una confesión de las propias culpas igualmente unilateral, incondicional, sin pensar en las consecuencias. El político se dar· cuenta de que obrando así no se ayuda a la verdad, sino que, por el contrario, se la oscurece con el abuso y el  desencadenamiento de las pasiones. Ver· que solo una investigación bien planeada y total, llevada a cabo por personas imparciales, puede rendir frutos, y que cualquier otro proceder puede tener, para la nación que lo siga, consecuencias que no podrán ser eliminadas en decenios. La Ètica absoluta, sin embargo, ni siquiera se pregunta por las consecuencias. Ninguna Ètica del mundo puede eludir el hecho de que para conseguir fines buenos hay que contar en muchos casos con medios moralmente dudosos, o al menos peligrosos, y con la posibilidad e incluso la probabilidad de consecuencias laterales moralmente malas. El medio decisivo de la política es la violencia, y pueden ustedes medir la intensidad de la tensión que desde el punto de vista Ètico existe entre medios y fines, Aquí, en este problema de la santificación de los medios por el fin, parece forzosa la quiebra de cualquier moral de convicción. De hecho, no le queda lógicamente otra posibilidad que la de condenar toda acción que utilice medios moralmente peligrosos. Lógicamente. En el terreno de las realidades vemos una y otra vez que quienes actúan según una Ètica de la convicción se transforman súbitamente en profetas quilaticos; que, por ejemplo, quienes repetidamente han predicado el amor frente a la fuerza invocan acto seguido la fuerza, la fuerza definitiva que ha de traer consigo la aniquilación de toda violencia del mismo modo que, en cada ofensiva, nuestros oficiales decían a los soldados que era la ˙última, la que había de darnos el triunfo y con Èl la paz, Quien quiera en general hacer política y, sobre todo, quien quiera hacer política como profesión ha de tener conciencia de estas paradojas Èticas y de su responsabilidad por lo que Èl mismo, bajo su presión, puede llegar a ser. Repito que quien hace política pacta con los poderes diabólicos que acechan en torno de todo poder. Todo aquello que se persigue a través de la acción política, que se sirve de medios violentos y opera con arreglo a la Ètica de la responsabilidad, pone en peligro la salvación del alma. Cuando se trata de conseguir una finalidad de ese género en un combate ideológico y con una pura Ètica de la convicción, esa finalidad puede resultar perjudicada y desacreditada para muchas generaciones porque en su persecución no se tuvo presente la responsabilidad por las consecuencias.
La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura.