Resumen del texto: Mundo PRO. Anatomía de un partido fabricado
para ganar.
Capítulo 3: Rompecabezas: Nuevos y viejos
políticos.
El texto básicamente analiza cuales son las
facciones que conforman el partido político PRO, estudiando la carrera y
educación de sus integrantes, sus orientaciones políticas y de que
instituciones provienen. Asimismo, deja a la luz que el PRO, así como cualquier
otro partido, sufre de divisiones, enfrentamientos generacionales y debates
ideológicos.
El autor comienza planteando la idea de que
la organización es un partido armado por retazos, diferentes alianzas políticas
generaron la incorporación de dirigentes de otros partidos tales como el
Partido Justicialista (PJ), la Unión Cívica Radical (UCR), la Unión del Centro
Democrático (UceDé) y Acción por la República (AR). Pero no solo dirigentes de
otros partidos conforman el PRO, también está constituido por técnicos y
profesionales de fundaciones y ONG y hombres de negocios que seguían a Mauricio
Macri desde el mundo empresarial.
Como en todos los partidos, estas distintas
facciones confrontan por el poder. Ya sea por el poder mismo de repartir los
cargos, discusiones ideológicas o incluso por motivos de favoritismo entre
dirigentes. Pero a pesar de estas disputas, las facciones se estructuran sobre
criterios de identidad y organización. Los espacios sociales por los que
circulan y los vínculos históricos que los relacionan con la institución pesan
mucho más que lo que un grupo pueda querer.
Cuando Macri elige separar su proyecto
político del de Francisco de Narváez, decide armar su propio partido político,
para lo cual extiende una invitación a los dirigentes del PJ. Los peronistas
del área metropolitana vieron en él un reemplazo al candidato perdido, pero Macri
vio en ellos mucho más. Los dirigentes de este partido, poseen valioso
conocimiento sobre el gobierno de la ciudad y aparte un aporte invaluable de
una militancia que podía llevar al territorio las propuestas del partido.
Diego Santilli es uno de los dirigentes
peronistas que se unió a él. Es un empresario de la construcción con
aspiraciones políticas y simpatías peronistas. Fue presidente del club de
futbol River Plate y Presidente del Banco Nación durante la presidencia de
Menem. Debido a escándalos ligados a la corrupción, debió abandonar el último
cargo. Llegó al Compromiso por el Cambio en 2001 por propuesta de Macri, quién
prometía recuperar los votos perdidos por el PJ. Aportó al proyecto experiencia
política y territorial sobre el Norte de la Capital Federal, sobre todo en
Belgrano y Nuñez. Los hermanos Acevedo, aleados de Santilli, proporcionan a
este su conocimiento sobre campañas electorales. Tienen una unidad básica en el
barrio de Belgrano que funciona como un centro de jubilados y de atención a los
vecinos. El autor ve esta actividad como una problemática, ya que las fronteras
entre el Estado y el partido se difuminan, debido a que estos últimos realizan
acciones que le corresponden al primero. Santilli llevó a cabo muchas tareas de
campaña sobre todo como ministro de Medio Ambiente y Espacio Público, lo que
consolidó la presencia territorial del Pro en el norte porteño.
Cristian Ritondo, actual vicepresidente
primero de la legislatura, es otro peronista que se fue al PRO. Es el referente
territorial del barrio de Mataderos, y su poder se fue desplazando hacia otros
barrios de la zona Sur como Villa Soldati, Once, etc. Es uno de los primeros
PRO-peronistas junto con Santilli. Se unió al movimiento por su fuerza
militante y su caudal electoral en el sur, un lugar difícil y ajeno para Macri.
Es un peronista más clásico que otros ya que trabaja más cara a cara con los
sectores populares. En su despacho suele atender casos que tengan intereses
comunitarios. La Solana Lima es su agrupación, a pesar de no ocupar un espacio
formal dentro del PRO ha logrado un lugar importante en este.
Tanto Ritondo como Santilli ambicionan
llegar a la Jefatura de Gobierno.
Cuando a mediados de 2002 Macri buscó
favorecer la imagen y la promesa electoral del PRO, busco figuras del
radicalismo para dar una idea de pluralidad de espacio y obtener sus preciadas
experiencias y conocimientos parlamentarios.
Daniel Angelici, hoy presidente de Boca, es
un empresario que comenzó su fortuna en el mundo del juego. Está ligado al negocio
de los Bingos, lo cual lo llevo a ser el presidente de la Cámara Argentina de
Salas de Bingos y Anexos. Se dice que es el “Cristóbal López de Macri”. Aunque
se considera más un empresario que otra cosa, siempre sintió pasión por la
política. Luego de malos resultados electorales con la UCR se alió a Macri en
2005, su agrupó bajo el nombre de Cambio PRO Radical. Es el principal referente
radical dentro del PRO y su peso se debe no tanto a su capacidad de militancia,
si no a la relación que mantiene con el líder del PRO. Pero esta cercanía a
Macri no lo inmunizó dentro del partido, sino que por el contrario generó
disputas y controversias con otros dirigentes que ambicionan los mismos cargos
y poderes. Santilli y Ritondo son unos de sus contrincantes. Posee contactos
muy importantes dentro de la justicia (donde el radicalismo siempre ha tenido
un peso histórico) que fueron de mucha ayuda para Macri ante escándalos de
corrupción sobre los que fue acusado. Debido a disputas en el interior de la
facción radical del PRO, Angelici formó una línea radical interna dentro del
macrismo: Propuesta Radical Argentina (PROA). Los radicales son una facción
bastante unida dentro del PRO porque los une un pasado en común. Si bien ya no
pueden llevar más votos y dirigentes, su aporte fue muy valioso en la labor
parlamentaria, el trabajo territorial y su influencia en la cultura.
Cuando Mauricio estudiaba ingeniería se
veía representado por los ideales liberales que estaban floreciendo hasta el
punto que se afilió en la UCeDé, un partido político ligado a ideas
conservadoras de derecha y, como ya se dijo, liberales. A comienzos de 2003 su
dirigente más emblemática (María Julia Alsogaray) fue encarcelada, y esta unión
comenzó a separarse. Una gran parte de ellos se unió al PRO ya que veían en su
candidatura la posibilidad de una revancha.
Francisco Pancho Cabrera fue uno de los
intermediarios que trajo a estos militantes de la UCeDé. Ingeniero en
electricidad trabajo en varias empresas del sector privado, fue director
ejecutivo de La Nación y saltó sin escalas al ámbito público. Macri lo
seleccionó personalmente para que traiga inversiones a la ciudad. Muchos
militantes del PRO lo miran con desconfianza por sus malas gestiones en sus
cargos públicos. Otros ucedeistas que se aliaron al PRO fueron Carlos Pirovano,
Juan Ernesto Curutchet y Pedro Benegas.
Pero no toda la derecha del macrismo
proviene de la UCeDé, algunos proceden del conservadurismo más tradicional como
Federico Pinedo, jede del bloque de diputados de PRO. Su familia cuenta con una
gran tradición política que se remonta hasta su abuelo. Se reconoce de derecha
y se define como un conservador en el sentido clásico. Se ve como alguien
pragmático: le gusta hacer cosas y dejar de lado las discusiones ideológicas.
Cuando el PD se alió con la UCeDé en el 1987 el gano una banca como concejal
porteño donde conoció a Macri en un episodio de corrupción. Fue presidente de
distintos partidos y tuvo puestos de administración pública. En el 2000 cuando
macri perdió el ballotage con Ibarra, Pinedo retomó sus conexiones con Macri y
ganó una banca de diputado con el Compromiso por el Cambio, y a poco de asumir
fijó su liderazgo con la centroderecha, mantuvo unida a la tropa y elaboró
alianzas.
Las críticas a esta facción de derecha
dentro del PRO se basan en que no quieren reemplazar a Macri en la Jefatura de
Gobierno, sino que quieren manejar segmentos de poder más discretos pero
capases de incidir en el diseño de los lineamientos políticos. A veces los
conservadores tradicionales y los neoliberales acuerdan algunas cosas, pero
suelen discrepar.
Los cuadros (como denomina el autor a estos
grupos o facciones) que Macri reclutó de las ONG y fundaciones generan choques
y rechazos dentro del partido. Los otros dirigentes los acusan de no tener
experiencia política. A pesar de esto, los criticados se ven a sí mismos como
extraños a la política que vienen a aportar su compromiso moral y sus frescos
saberes. Dentro de la organización estos PRO puros (asi denomina el autor a
esta facción) escalan posiciones a gran velocidad. Los políticos con
experiencia no se pueden presentar en la arena pública como representantes de
la nueva política de Macri, y ahí es donde entran estos nuevos integrantes.
Algunos de estos nuevos políticos carecen de capacitación profesional pero se
formaron en la práctica de la beneficencia, como Carmen Polledo.
Otros PRO puros vienen del Tercer Sector y
son licenciados en carreras sociales o humanísticas. Aportan la idea de
eficiencia y profesionalismo a las prácticas políticas sin dejar de lado la
dimensión sensible de la ayuda social. Se caracterizan por brindar o haber
brindado ayuda social. Se incorporaron al PRO con la convicción de que se les
daría un espacio para cambiar la política desde dentro, empujar hacia afuera a
quienes debían dejarla y convocar a otros que quisieran trabajar para hacer una
diferencia. Muchos llegaron en el 2002, por decisión de Larreta, provenientes
del Grupo Sophia o del CIPPEC. Son organizaciones de corte neo liberal que
buscaban captar jovenes en los 90’ para “cambiar el modo de hacer política en
la Argentina”. A los que destacan como colaboradores en estas organizaciones,
se les abre la puerta del Estado. Aunque a pesar de haberse independizado de la
fundación, deben rendir lealtad a quienes los apadrinaron. Un ejemplo de este
tipo de PRO puros es Maria Eugenia Vidal, quien llego del Grupo Sophia.
Licenciada en ciencias políticas en la UCA, fue una de las primeras convocadas
por Larreta para integrar el grupo. Cumplió muchas funciones de gestión, así
como también estuvo en municipios y dependencias del gobierno. Su gestión
ministerial generó controversias debido a su falta de capacidad para negociar
bajo tensión social. A pesar de estos comentarios, en 2011 Macri la eligió como
la mejor ministra de su gabinete y la eligió para que la acompañara en la
fórmula electoral.
Existen además casos híbridos para cuadros
que combinan la militancia política tradicional con la experiencia en
fundaciones. Tal es el caso de la diputada Laura Alonso. Durante sus estudios
de ciencia política en la UBA militó para Franja Morada. Viene de una tradición
política radical. En 2002 comenzó su trabajo en distintas ONG, entre las que
destacó si gestión en Poder Ciudadano donde ganó renombre. Fue propuesta a
Macri por Michetti y Peña. Se define como una persona liberal, a pesar de que
su ideología política esta más centrada en la izquierda. Alonso figura un caso
común de los cuadros del partido formados en instituciones, que se sienten más
cerca al líder que los demás, tal vez por la necesidad de mostrarlos
públicamente, en lugar de los dirigentes con carreras políticas más manchadas.
El último grupo cercano a Macri, PRO puro,
que no proviene de la política y ocupan puestos de importancia, es el cuadro
empresarial. Macri gano su contienda electoral del 2007 por tener el apoyo de
varios círculos empresariales. Ellos brindaron su apoyo a cambio de cargos en
la arena pública. Néstor Grindetti, Juan Pablo Piccardo y Andrés Ibarra entre
otros. Ninguno tiene experiencia en la militancia política o social, ni
experiencia en la administración pública. Se formaron enteramente en el mundo
empresarial, tienen trayectoria en puestos técnicos y financieros de empresas.
Al ver que con Macri surgía una fuerza política cercana al mundo de los
negocios y con éxito electoral, quisieron entrar en política. Algunos ven su
gestión política como algo pasajero y quieren volver al mundo de lo privado
cuando la misma termine, debido a que el ingreso a la arena pública resulto
traumático para ellos.
Pablo Piccardo, ingeniero industrial se
incorporó al gabinete de Macri en 2007. Estuvo a cargo del ministerio de
Ambiente y Espacio Público pero por casos de corrupción Macri debió correrlo a
la conducción de Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado.
Daniel Chaín es otro de los cuadros
empresariales. Es el “De Vido de Macri”. Participó de diversos emprendimientos,
pero toda su vida profesional se concentró en SOCMA. Fué el asesor de la
fundación Creer y Crecer y en 2007 Macri lo nombró Ministro de Desarrollo
Urbano. En su gestión, así como en la gran mayoría de los otros casos, no
faltaron los casos de corrupción y escándalos políticos. Protagonizó una pelea
con Piccardo, en la cual se disputaron los fondos que Macri había conseguido de
inversiones exteriores. Debido a otro caso de corrupción en 2013 tuvo que dejar
su puesto.
Otro cuadro empresarial es el de Néstor
Grindetti. Trabajo mucho tiempo en SOCMA y otras grandes empresas del sector
privado. Se distingue de otros cuadros empresariales porque siempre quizo
participar en política. Fué parte de la mesa chica que analizo la derrota de
Macri en el 2003 y en 2007 Macri le dió el Ministerio de Hacienda. Su gestión
recibió pocas críticas, y fue el centro de las políticas del PRO.
El autor cierra este capítulo planteado
primero la idea de que la mayoría de los cuadros empresariales se encargaron de
manejar el dinero de la ciudad. Luego habla un poco de Ibarra y los escándalos
de corrupción relacionados con él, Macri y Boca, pero no me parecieron pertinentes
para el resumen ya que no aportan mucha información acerca de la organización.
Al final del texto Vommaro hace una
reflexión sobre algunas características de la organización. Un detalle
interesante es la complejidad que exhiben las relaciones entre las facciones
que conforman este rompecabezas. Se generan alianzas dentro del PRO como la de
Angelici y Ritondo y también fuertes pugnas. Pero a pesar de estas conductas,
no alteran la solidaridad que predomina en el comportamiento de estas
facciones.
Las personas que vienen de otros partidos
como el PJ o la UCR se siguen sintiendo peronistas o radicales y siguen
acudiendo a las reuniones de sus partidos. Entre los que vienen de la derecha
aseguran que si el PRO se disuelve se retirarían de la política, al igual que
los cuadros empresariales. En cambio este espíritu de cuerpo se desdibuja entre
los PRO puros que vienen de ONG o fundaciones, ya que se inclinan más por los
caminos individuales, quizá por su corta experiencia política, lo cual genera
una paradoja dentro del partido porque estos conforman el núcleo social e
ideológico del partido.
Hay una razón que explica esta posibilidad
de convivencia de grupos y subgrupos dentro del partido: Macri como dirigente y
el PRO como organización no exigen mucho de sus partidarios. No se paga un alto
derecho de ingreso, no es estricta la fidelidad ideológica, no se solicitan
acuerdos forzados. A Macri solo le interesa que se reconozca su liderazgo y se
cumplan sus órdenes a raja tabla.
Algunos detalles negativos de esta
organización son que posee un bajo nivel de institucionalización que se
advierte en la ausencia de ámbitos para que los dirigentes discutan en forma
abierta y horizontal sus diferencias. Otro detalle es que el partido no tuvo
elecciones internas en 10 años y no permite que los bandos se presenten en las
PASO, se acepta sin más que Macri controle la distribución de cargos según los
criterios que él cree importantes.
Estos factores también se explican porque
el PRO es un partido joven y en ascenso político.