Este texto fue escrito
originalmente para ser presentado a la Sociedad Americana de Ingenieros
Mecánicos, y luego publicado como libro en 1911.
En la introducción, Taylor
plantea su preocupación acerca del problema de la eficiencia nacional. Se refiere a la gran pérdida que experimenta
su país debido a la ineficiencia con la que se realizan la mayor parte de los
actos diarios, “desperdicios de esfuerzo humano que se repiten diariamente a
través de errores, mala dirección e ineficacia”.
Plantea entonces que tanto
el deber como el interés de los ingenieros y empresarios estriban en cooperar
sistemáticamente para la formación y adiestramiento de hombres mejores, más
eficientes, en lugar de ir a la caza de hombres ya preparados.
El remedio que propone para
esto es el management científico: un
sistema necesario, una verdadera ciencia que resulta aplicable a toda clase de
actividades humanas.
LOS FUNDAMENTOS DEL
MANAGEMENT CIENTÍFICO
Taylor comienza afirmando
que “el objetivo principal de la
administración debe ser conseguir la máxima
prosperidad para el empresario y para cada uno de sus empleados”.
Respecto de esta afirmación
hace dos aclaraciones:
La primera es que con máxima prosperidad se refiere a que “cada sección de la empresa
alcance su cota más alta de perfección y rendimiento”, más allá de los grandes
dividendos que eso acarrea para la empresa o el propietario.
La segunda es que la máxima prosperidad para cada empleado
significa, no tan solo que perciba salarios más elevados que los corrientes en
su categoría profesional, sino también que “cada hombre alcance sus máximas
posibilidades de eficiencia, de modo que sea capaz de realizar el trabajo más
complejo para el que sus habilidades naturales le capaciten”.
En este sentido el autor
plantea que, contrariamente a lo que creen la mayoría de los hombres en el
mundo de la industria -trabajadores y empresarios- respecto de la irremediable
antagonía de sus intereses, “el management científico tiene como base la firme
convicción de que los verdaderos
intereses de ambos son los mismos; que la prosperidad del empresario no es
posible a largo plazo a menos que vaya acompañada por la prosperidad del
empleado y viceversa”; y a su vez, que esta “máxima prosperidad sólo puede existir como resultado de la más alta
productividad posible de los hombres y de las máquinas de la empresa”.
Entonces, dice, “el
objetivo más importante, tanto de los trabajadores como del management, debe
ser el adiestramiento y formación de cada uno de los individuos de la empresa
para que sean capaces de realizar el trabajo más complejo para el que sus
habilidades naturales les capaciten, con el máximo ritmo y eficiencia”.
Taylor afirma entonces que
si se eliminaran las causas de lentitud
en el trabajo, esto generaría tal descenso de los costos de producción que
permitiría elevar los salarios y disminuir las horas de trabajo, mejorar las
condiciones del mismo y de la vida doméstica en general. Pero sin embargo,
plantea que la gran mayoría de los hombres hacen deliberadamente todo lo
contrario.
Aquí, resume en tres las
causas que para él explican esta situación:
1) La
primera “es el prejuicio, generalizado desde tiempo inmemorial entre los
trabajadores, de que un incremento importante en la producción de cada hombre o
cada máquina traería como consecuencia final el despido de un gran número de
obreros.”
Aquí
Taylor argumenta que “la historia del desarrollo industrial muestra, en cambio,
(…) que el incremento de la capacidad productiva de los hombres y el
abaratamiento de los costes, en lugar de provocar despidos genera trabajo para más
gente.”
Supone que este prejuicio se sostiene debido a que los trabajadores ignoran la
historia de su propio oficio, y que es bajo los efectos de esta idea engañosa
que se explica que trabajen diariamente con deliberada
lentitud para recortar su producción.
Para corregir esto, propone que ingenieros y managers, por ser “los más
capacitados para dirigir la lucha contra esa idea engañosa”, deben ser quienes
instruyan en la verdad de los hechos “no sólo a los trabajadores sino al país
entero”.
2) La
segunda son “los anacrónicos sistemas de management que se aplican normalmente
y que obligan a los trabajadores a producir con lentutud para proteger sus
legítimos intereses”.
Aquí Taylor se detiene en el tipo de relaciones existentes entre patronos y
empleados que generan casi todos los
sistemas de management en uso hasta el momento.
Por un lado, explica que “la ignorancia de los empresarios respecto al tiempo verdaderamente
necesario para realizar los diferentes tipos de trabajo es aprovechado por el
trabajador para bajar su rendimiento”.
Habla de dos tipos de lentitud en el trabajo: lentitud espontánea: la tendencia natural de los hombres a
“tomárselo con calma”; y lentitud
sistemática: generada por pensamientos y reflexiones más complejas,
derivadas de sus relaciones con otros hombres.
En este sentido, explica que, por ejemplo, el sistema uniforme de salarios hace
que la lentitud espontánea de algunos produzca lentitud sistemática en el
conjunto, ya que, al recibir de cualquier forma la misma remuneración, “el
mejor trabajador reduce de una forma gradual pero segura su ritmo de trabajo,
hasta ponerse al nivel del obrero menos eficiente”.
Como solución a esto Taylor describe el que para él es “el mejor de los
sistemas de trabajo que se usan corrientemente: cuando se llevan estadísticas
exactas del trabajo realizado por cada obrero y de su eficiencia, cuando el
salario de cada trabajador es proporcional a su rendimiento y aquellos que no
alcanzan determinado nivel son despedidos poniendo en su lugar a obreros
cuidadosamente seleccionados, entonces, tanto la lentitud espontánea como la
sistemática desaparecen en gran parte”.
3) La
tercera son “los métodos de trabajo empíricos e ineficaces (…) con los que
nuestros trabajadores desperdician gran parte de su esfuerzo”
Por último, aquí Taylor señala que en los sistemas de management de uso
corriente muchas veces se deja al trabajador con la responsabilidad de hacer su
tarea según su mejor criterio, recibiendo poca ayuda y consejos del management;
y que ante esta situación, en el momento de trabajo se realizan una cantidad de
movimientos innecesarios o se utilizan herramientas o métodos que no son los
mejores, más rápidos o eficientes.
Frente a esto, plantea que sustituir estos métodos empíricos por
métodos científicos, producto de un estudio y análisis detallado tanto de
los métodos y herramientas como de los tiempos y movimientos, traería
importantes beneficios; y que para que el trabajo se realice de acuerdo con
leyes científicas “es necesario que entre el management y los trabajadores se
produzca una distribución más equitativa de la responsabilidad”.
“Los miembros del
management, cuya misión consiste en desarrollar esta ciencia, deben también
ayudar y aconsejar al trabajador en su aplicación y asumir mayor
responsabilidad en los resultados”. “Casi todos los actos que realice un
trabajador deben estar precedidos por uno o más actos preparatorios del
management que le capaciten para realizar su trabajo con más rapidez y mejor de
lo que de otra forma podría.” “Esta
cooperación estrecha, íntima, personal, entre el management y los trabajadores,
es la esencia del sistema moderno de management científico”.